Aprendizaje

Uno de cada diez niños sufre un trastorno de aprendizaje

Uno de cada 10 niños sufre algún tipo de trastorno del aprendizaje, ya sea dislexiadéficit de atención e hiperactividad (TDAH), discalculia u otros específicos del lenguaje como algunos de los más comunes.

Así han coincidido en destacarlo expertos reunidos en las primeras Jornadas Moisès Broggi de Atención Centrada en la Persona sobre 'Trastornos del Aprendizaje y fracaso escolar', organizadas por la Fundación Letamendi-Forns con la colaboración de la Unidad de Trastornos del Aprendizaje Escolar del Hospital de Sant Joan de Déu.

Los trastornos del aprendizaje están directamente relacionados con el fracaso escolar o con el abandono escolar precoz, y algunas de las consecuencias de no abordar correctamente estos trastornos podrían ser la limitación de la igualdad de oportunidades socio-laborales, problemas en el desarrollo personal de los niños, problemas de salud o precariedad económica en la vida adulta.

El pediatra y responsable del Equipo Territorial de Pediatría Alt Penedès-Garraf del Institut Català de Salut (ICS), Vicente Morales, ha explicado que estos trastornos "no son una sentencia hacia un futuro fracaso", si se lleva a cabo una detección precoz, aprendizaje adaptado y un buen apoyo socio-familiar.

De esta forma, "los niños pueden mejorar su rendimiento académico y acceder a una formación post-obligatoria y, en muchos casos, también universitaria", ha añadido.

Los trastornos del aprendizaje son alteraciones del desarrollo neurológico que condicionan que un niño con una inteligencia normal tenga dificultad en uno o más aprendizajes.

Afectan a un 10-15% de la población en edad escolar y tienen un componente genético en el que pueden confluir otras patologías adquiridas, según ha explicado la neuropediatra del Servicio de Neurología del Hospital Sant Joan de Déu y Coordinadora de la Unidad de Trastornos del Aprendizaje Escolar, Anna Sans.

Fuente: 
http://www.elperiodico.com/es/noticias/educacion/uno-cada-ninos-sufre-trastorno-aprendizaje-4230413

Momentos claves en el aprendizaje de los niños.

Silvia Morales, psicóloga de la Clínica Materno Infantil de Colsubsidio y magíster en terapia familiar y salud mental perinatal, indica que el primer espacio donde se genera el aprendizaje es en el núcleo familiar, tanto en lo emocional como en lo social y en lo académico.

Para que todo eso se genere de forma constructiva, se debe producir una serie de requerimientos en la manera cómo van a criar en cada una de las etapas del desarrollo. La psicóloga cita a Rosa Jove, quien, en su libro La crianza feliz, habla de 4 periodos importantes en el aprendizaje infantil.

1. Hábitat preservado: se da entre 0 y 6 meses. Hace referencia a la manera como los padres propician un ambiente seguro para el bebé, similar al vientre materno, para que la adaptación al entorno extrauterino no sea agresiva. En esta etapa también es importante saber que el cerebro, en el momento del nacimiento, cuenta con toda su estructura anatómica, pero con pocas conexiones neuronales. Es a partir de los estímulos como percibe en sus primeros años de vida que se programa y se da la con

strucción de su tejido nervioso; si un niño se siente atendido, satisfecho y estimulado en un ambiente propicio para generar estas conexiones, el resultado será un niño que se siente valorado y, en la adultez, un ser humano fuerte, capaz y con una autoestima alta.

2. Del tiempo respetado: comprende entre los 7 y los 24 meses. Etapa en que los niños necesitan que se respete su tiempo para adquirir logros, pues de lo contrario pueden generar ansiedad; si la grabación de esos momentos se da de manera forzada, se genera sufrimiento y deja una huella negativa para la vida. Para respetar este tiempo, los padres deben estar alerta a las señales que indicarán que el niño se siente preparado para la alimentación complementaria, la marcha, la superación de la angustia de separación y el control de esfínteres.

3. De la comprensión: se da de los 2 a los 4 años. En este momento los niños desarrollan el razonamiento, el lenguaje y el pensamiento. Se les debe dar a entender que son comprendidos, aunque muchos padres no estén de acuerdo con las pataletas de la edad. Los pequeños desarrollan la capacidad de evocar recuerdos.

4. De la distancia emocional asimilable: se desarrolla entre los 4 y los 6 años. En esta etapa sobresale el miedo de muchos niños a enfrentarse por primera vez a una situación, y se ponen a prueba todos los aprendizajes anteriores. Los infantes se atreven a separarse de su hogar, inician sus primeras presentaciones artísticas y culturales. Para esto, los padres deben reconocer lo que puede soportar el niño, fortaleciendo sus habilidades.

 

Fuente: 
http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/claves-en-el-aprendizaje-de-los-ninos/16383781

Hacerle los deberes no es ayudarle

Implicarse no puede significar hacerle los deberes al alumno. “El padre se tiene que poner en la posición del entrenador. Un entrenador tiene dos funciones fundamentales: organizar y asesorar con el objetivo de mejorar el rendimiento”

¿Es necesario? ¿Perjudica a su autonomía? “Los padres y, sobre todo, las madres de todos los estratos sociales dedican varias horas diarias a ayudar a sus hijos con los deberes o a vigilar que los hagan. Y esta realidad contrasta con el extendido y falso discurso de que el fracaso escolar se debe a que los padres no se preocupan por la educación de sus hijos”, sostiene Enrique Martín Criado, profesor de Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. El 80% de los estudiantes de primaria reciben ayuda y el 45% de los de secundaria, según la Encuesta sobre los hábitos de estudio de los niños españoles de TNS Demoscopia.

“Los padres empezaron a involucrase hace más de una década. No solo por las medidas de conciliación familiar, también porque los padres de ahora tienen al menos estudios medios, algo de lo que no disfrutaron las generaciones anteriores”, explica la pedagoga Maite Rodríguez Estévez, que imparte cursos para educadores y terapeutas. “Eso ha hecho que la relación padre-hijo se escolarice. Lo que importa son los resultados académicos. Todo gira alrededor de esa necesidad y se ha olvidado el inculcar valores, el juego, la responsabilidad... No hay tiempo para otras cosas en las horas que pasan juntos”.

“Las tareas deben entenderse como un compromiso que el alumno debe adquirir, pero sin precisar de la orientación constante de otra persona”, recalca el equipo pedagógico del Liceo Francés de Madrid. En otras palabras, codos sin nadie en la silla de al lado.

“Hacer los deberes con él genera dependencia y si el niño tiene dificultades refuerza la idea de que no es capaz de hacerlo él solo”, enfatiza Rodríguez Estévez, que coordina la página www.preparadosparaaprender.com. “En Finlandia apuestan por el aprendizaje cooperativo y los deberes en casa son individualizados, para ampliar o investigar conocimiento. Si un niño va mal en lectura hace una actividad que tenga que ver con eso. Si va mal en matemáticas, problemas...”.

“Pero hay muchas diferencias en la posibilidad que tienen las familias de ayudar escolarmente a los hijos. Los padres que tienen menor nivel de estudios solo pueden en los cursos inferiores de primaria. Más allá, están perdidos. Y si intentan socorrer explicándoles conceptos que ellos no aprendieron bien, pueden incluso empeorar las cosas”, alerta Martín Criado, que trabaja en estos momentos en un estudio sobre maternidad y clase obrera. Pregunta a las mujeres encuestadas por su rutina y las madres le explican que dedican una o dos horas (dependiendo del curso) al día a ayudar a sus hijos con las tareas escolares.

Fuente: 
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/01/17/actualidad/1358445608_550169.html

El contacto con los idiomas durante los tres primeros años de edad

Los niños que asimilan un idioma nuevo a los tres años procesan de forma más eficiente y competente cada lengua extra que aprenden

Durante mucho tiempo se ha sugerido que las experiencias de los primeros años de vida afectan fuertemente al desarrollo posterior. Pueden ser acontecimientos emocionales que dejan huella pero también experiencias relacionadas con el lenguaje. Un nuevo estudio de la Universidad McGill y el Instituto Neurológico de Montreal ha demostrado que incluso una exposición muy temprana y breve a la lengua materna influye en cómo el cerebro procesa sonidos de un segundo idioma más adelante. Así la primera lengua no se vuelva a hablar nunca más. 

La conclusión a la que han llegado los investigadores es que si un niño chino es adoptado por una familia francesa a los tres años, y a partir de entonces deja de lado su lengua materna, tendrá un desarrollo neurológico distinto y procesará los sonidos de otros idiomas de manera diferente a un niño que siempre haya hablado francés. "Esa primera lengua "olvidada" influye en lo que pasa en tu cerebro ahora, cuando hablas cualquier otro idioma", explica Lara Pierce, una de las autoras del estudio.

Durante las pruebas, los niños franceses y los adoptados activaron las mismas zonas cerebrales de procesamiento del lenguaje. Los segundos, además, utilizaron áreas adicionales relacionadas con la memoria de trabajo y auditiva y la atención general. "Estos resultados sugieren que las diferencias de aprendizaje que experimentaron en sus primeros tres años de vida afectan a sus patrones cerebrales de activación años más tarde", cuenta Pierce.

Los niños chinos que fueron adoptados por familias francesas utilizan más las áreas cerebrales implicadas en tareas de memoria no verbal. También las de la atención y los procesos de control cognitivo, lo que implica que los niños adoptados tienen un procesamiento más eficiente y competente en el aprendizaje de una lengua extra más allá del francés. Según los investigadores, esto demuestra la "extraordinaria flexibilidad" del cerebro para adaptarse a nuevas circunstancias ambientales y la utilización de sistemas alternativos para nuevos aprendizajes si los sistemas iniciales no están disponibles.

Fuente: 
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/14/actualidad/1452785196_563734.html

Recomendaciones para elegir un buen curso de inglés.

La metodología, la paciencia y la motivación, son claves a la hora de aprender un nuevo idioma. 

El responsable del área de idiomas de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas de España, Nick Flinn, es contundente al hablar de los cursos que prometen que el alumno dominará inglés en un mes: “se puede preparar a alguien para una porción específica del idioma en poco tiempo, pero eso no significa aprenderlo”. Su receta es clara: “paciencia, constancia, mucha lectura, motivación, objetivos claros y realistas”. Por su parte, los expertos aseguran que nunca se deja de aprender un idioma y recalcan que la paciencia y la motivación son fundamentales a la hora de ponerse manos a la obra.

En países como España el número de centros de enseñanza de idiomas aumentó un 33% y con ellos las denuncias por su calidad. Michael Leahy, director de British Council en Baleares advierte de que hay que ser “realista" y "tener claro el objetivo del curso”. “Tienes que decidir si quieres desarrollar una habilidad en concreto, para qué vas a utilizar el inglés después y no dejarse llevar por los cursos milagro”.

Los expertos señalan otras pistas para que el consumidor distinga lo bueno de lo engañoso. Es importante saber si alguna entidad de prestigio respalda la metodología y que plantee un mínimo de doscientas horas para alcanzar el nivel B1.

Anxó Pérez, lingüista y fundador de 8belts aconseja exigir al que oferta al curso una prueba de su eficacia. Para él la clave está en la metodología. “Nunca se aprende de forma pasiva, con esa fórmula en la que un alumno que se pasa la mayor parte del tiempo escuchando al profesor. El problema es que mucha gente sabe inglés pero no sabe usarlo”. Jo-Anne Cardinal, de Elingua, apunta que es fundamental personalizar la enseñanza: “Hay que saber cómo llegar a cada alumno, como darle en cada momento lo que necesita para que avance y se sienta motivado”. Cardinal se muestra optimista y añade que “no hay estudiantes imposibles”.

 

Fuente: 
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/14/actualidad/1452785196_563734.html

Las diez claves de la neurociencia para mejorar el aprendizaje

Investigaciones recientes aportan procedimientos que sirven para elaborar propuestas prácticas para mejorar el rendimiento escolar. Las siguientes son diez actividades avaladas por investigaciones en neurociencia y psicobiología, que pueden tener su versión particular en cada nivel y contexto educativo, y que se considera son óptimas para que los niños alcancen un aprendizaje integral a corto y mediano plazo.

1. Practicar regularmente deportes o actividades físicas

El ejercicio físico aeróbico beneficia las capacidades cerebrales tanto en el niño como en el adulto. Quienes tienen una actividad física semanal más intensa tienen también una mejor memoria y mayor flexibilidad y velocidad de procesamiento de información mental. Incluso 30 únicos minutos de marcha en bicicleta o carrera al día pueden ser suficientes para mejorar el tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento de la información en el cerebro.

2. Evitar el exceso de grasas en la alimentación

La alimentación adecuada para aprender debe evitar las dietas altas en grasas, pues son dietas que reducen la sensibilidad de los receptores NMDA, que son moléculas del cerebro que forman parte de los mecanismos de pla sticidad neuronal que hacen posible la formación de la memoria en lugares como el hipocampo y la corteza cerebral. La experimentación actualmente en curso indica que la restricción calórica en la alimentación favorece la mayoría de procesos mentales.

3. Dormir lo necesario con regularidad

El sueño anticipado prepara al cerebro para aprender y, cuando ocurre tras el aprendizaje, potencia la formación y estabilización de las memorias. Es así porque las mismas neuronas que se activan para registrar la información cuando aprendemos vuelven a activarse cuando dormimos. Suelen hacerlo entonces a mayor velocidad dando preferencia a las que registraron los aprendizajes a los que se atribuyó mayor importancia o valor de futuro. El sueño es, por tanto, una forma cerebral de practicar y fortalecer lo aprendido durante el día.

4. Entrenar frecuentemente la memoria de trabajo

Esta memoria es la que utilizamos para pensar, razonar, planificar el futuro y tomar decisiones. Con ella retenemos en la mente, por ejemplo, las posibles jugadas a realizar en una partida de ajedrez o las diferentes opciones para tomar una decisión. Materias como la filosofía o las matemáticas promueven este tipo de memoria, muy ligada a la inteligencia fluida, que es la capacidad de razonar y resolver problemas nuevos con independencia del conocimiento previamente adquirido. La práctica intensa en memoria de trabajo incrementa la actividad de las cortezas prefrontal y parietal del cerebro de la que depende y aumenta también las conexiones neuronales entre ambos hemisferios cerebrales. La posibilidad de transferir la mejora en la capacidad de ejecución de una determinada tarea de memoria de trabajo a otra tareas diferente no entrenada es mayor cuantos más procesos cerebrales estén comúnmente implicados en ambas.

5. Guiar el aprendizaje con preguntas

Este procedimiento motiva al estudiante, concentra su atención y le convierte en una especie de detective o investigador que busca en cualquier fuente de información posible la solución a los interrogantes que se le plantean. Es además un modo de enseñarle a trabajar y ganar autonomía para aprender, es decir, es también un modo de aumentar la capacidad del alumno para aprender por sí mismo en el futuro.

 

6. Practicar frecuentemente el recuerdo de lo aprendido

El recuerdo, además de servir para evaluar lo aprendido, sirve también para seguir aprendiendo. El preguntar sobre la información recientemente aprendida beneficia a la memoria a largo plazo promoviendo el reclutamiento de los circuitos neuronales del recuerdo en las subsecuentes oportunidades de estudio. Ayuda también a mantener la atención durante largos periodos evitando las distracciones cuando se estudia leyendo los textos en la pantalla de un ordenador. Tal actividad aumenta la sensación subjetiva que tiene el estudiante de estar aprendiendo y reduce así su ansiedad respecto a evaluaciones posteriores.

7. Un poco de estrés no es malo

En situaciones emocionales o de estrés moderado, la activación de estructuras cerebrales como la amígdala y la liberación en la sangre de hormonas como la adrenalina y los glucocorticoides pueden contribuir a la facilitación del aprendizaje y la memoria actuando directa o indirectamente sobre los circuitos neuronales del cerebro. Los glucocorticoides regulan además la presencia de los mencionados receptores NMDA en el cerebro, y promueven cambios epigenéticos que facilitan en el ADN de las neuronas la expresión de los genes que hacen posible la síntesis de las moléculas necesarias para formar las memorias. Un modo de inducir esa emoción o estrés moderado en los alumnos consiste en proporcionarles antes de nada información motivadora sobre la materia a aprender, algo que conocen sobradamente los buenos docentes.

8. Homenaje a la lectura

De todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades mentales la más asequible y la que proporciona un mejor balance costo/beneficio es, sin duda, la lectura. Leer es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro. Es así porque la actividad de leer requiere poner en juego un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el razonamiento. Cuando leemos, activamos preferentemente el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el más dotado de capacidades analíticas en la mayoría de las personas, pero son muchas las áreas cerebrales de ambos hemisferios que se activan e intervienen en el proceso. Decodificar las letras, las palabras, las frases y convertirlas en sonidos mentales requiere activar amplias áreas de la neocorteza cerebral.

9. Inmersión temprana en más de una lengua

Los individuos que adquieren múltiples lenguas en su infancia y las practican a lo largo de su vida tienen una mayor atención selectiva y más desarrollado el hábito de conmutar contenidos mentales, lo que les facilita la adquisición de aprendizajes complejos, especialmente los que implican cambios en las reglas de ejecución. Aunque pueden tener un vocabulario más reducido en cada lengua, los bilingües son más rápidos y efectivos que los monolingües cuando, por ejemplo, aprenden a clasificar objetos por su color y, de repente, hay que cambiar y clasificarlos por su forma. La mayor capacidad de ejecución y flexibilidad mental de las personas bilingües se manifiesta frecuentemente en la vida, se ha observado en todas las edades, y la conservan además mucho más que los monolingües en la vejez.

10. Evaluaciones orales

Las exposiciones o los exámenes orales no solo permiten una evaluación muy rigurosa del conocimiento adquirido por los alumnos, sino que, sobre todo, inducen en ellos un tipo de estudio mucho más basado en la comprensión de los materiales y la información que en su simple memorización. Son además métodos que generan una memoria a largo plazo mucho mejor que la que resulta del tipo de estudio consistente en repasar una y otra vez textos o apuntes de una materia.

 

 

Fuente: 
http://elpais.com/elpais/2015/10/29/ciencia/1446135253_593995.html

Lenguaje y dificultades de aprendizaje

Los trastornos del lenguaje y del habla son patologías relativamente frecuentes en niños de edad pre escolar y escolar. Para un desarrollo adecuado de su hijo es fundamental prestar mucha atención a la presencia de estas dificultades no solamente con el fin de mejorar la  comunicación del niño con su entorno, si no para asegurarse de que su niño esté preparado para enfrentar con éxito los desafíos de esta nueva etapa de aprendizaje.

Es ampliamente reconocido y existen muchas evidencias que los trastornos del lenguaje y el habla son un factor de riesgo asociado a las dificultades de aprendizaje. Se ven comprometidas áreas del desarrollo cuyo funcionamiento es fundamental para que el niño adquiera nueva información y la integre como parte de sus aprendizajes. Desarrollar habilidades  como la discriminación auditiva, procesos de razonamiento, atención, concentración y memoria  así como el  desarrollo del lenguaje escrito se dificultan más a niños con presencia de patologías del lenguaje. .Asimismo su desarrollo psicológico y emocional puede verse afectado negativamente. Los niños con trastornos del lenguaje suelen estar más expuestos a burlas, exclusión del grupo y acoso escolar  provocando trastornos de ansiedad, depresión  y poniendo en riesgo su autoestima, seguridad e independencia.

El niño que no recibe la terapia adecuada en el momento adecuado arrastra a lo largo de su desarrollo estas dificultades que van haciéndose más críticas a medida que aumentan las exigencias académicas. El resultado final es un pequeño  desmotivado y con un bajo rendimiento escolar.

Los padres  deben de  estar siempre atentos al desarrollo del lenguaje y el habla de sus hijos e hijas  tener siempre presente que no es algo que se deba dejar para después. Si usted cree que su hijo necesita ser valorado por un especialista, entre más pronto obtenga  un diagnóstico certero, mejor enfrentara su hijo el tratamiento. En la mayoría de los casos la intervención a tiempo presenta más posibilidades de éxito y su niño  podrá disfrutar todos los retos escolares.

Fuente: 
http://www.terapeutadellenguaje.com/lenguaje-y-dificultades-de-aprendizaje/

Inteligencia emocional para educar niños felices

No es fácil educar a un niño, lo sabemos. Nadie dispone del manual del padre o madre perfecto, del educador ideal que sabe cuándo imponer, cuando permitir y qué palabra utilizar.

También sabemos que no todos los niños son iguales, que habiendo varios hermanos cada uno de ellos tiene un carácter y unas manías. Pero, aun así, hay algo que está claro, todos tienen las mismas necesidades: el sentirse queridos, escuchados y  atendidos para crecer en confianza.

La necesidad de ofrecer un aprendizaje basado en las emociones, les permitirá el día de mañana poder gestionar muchas áreas de su vida con mayor efectividad, poder comunicarse mejor, reconocer emociones en las otras personas para poder respetar, para poder entender y disponer de una mejor conexión con la sociedad.

Educar en el respeto, en la asertividad y en unas buenas habilidades sociales, les permitirá sin duda ir madurando con mayor autonomía. Pero para ello, para infundir en los niños la Inteligencia Emocional, es necesario que sepas aplicarla en el día a día con los más pequeños. Te ofrecemos unas pautas.

 

CLAVES PARA EDUCAR EN INTELIGENCIA EMOCIONAL

1. La necesidad de gestionar las emociones del niño

Seguro que más de una vez te has visto en esta situación: niños que demandan las cosas llorando, que disponen de una facilidad enorme para dejar caer las lágrimas mientras su nivel de ira asciende si no le ofrecemos aquello que quieren. Rabietas que acaban estallando en golpes y gritos.

Es imprescindible que afrontemos estas situaciones desde bien pequeños.  Las rabietas hay que ignorarlas. Les atenderemos solo cuando sus lágrimas sean sinceras, evitando reforzar comportamientos inadecuados. Una vez haya comprendido que no vamos a atender a su chantaje o a sus gritos, hablaremos con ellos.

Deben aprender dónde están los límites para evitar frustraciones el día de mañana, deben saber también que la rabia, no ofrece resultados.

Que solo les atenderemos cuando se dirigen a nosotros con normalidad, sin gritar y sin llorar.

 

2. Comunicación continúa

Establece con el niño una comunicación abierta y sinceraEvita hablarles en voz alta o gritándoles, hazlo con madurez. Los niños entienden muchas más cosas de las que crees, y muchos padres y madres caen en el error de dirigirse a ellos  con cierta ingenuidad, como si no comprendieran muchas cosas.

La comunicación y el diálogo motivador harán que el niño madure, responde a todas sus preguntas, a sus ocurrencias y fantasías. Y más aún, despierta en todo momento la curiosidad en ellos. Hazlos crecer en confianza.

3. Aprender a reconocer emociones en los otros y en ellos mismos

Este aspecto debemos desarrollarlo desde que son pequeños. Es esencial que fomentes la empatía en el niño desde muy temprano con preguntas como esta: ¿Cómo crees que está hoy la abuela, triste o alegre? ¿Cómo piensas que se siente ahora tu hermano después de lo que has hecho? ¿Sabes por qué está enfadado tu amigo del cole, qué puedes hacer para que se sienta mejor? Debemos, en esencia, despertar su interés emocional por las otras personas.

Ahora bien, para reconocer la emoción en el otro, primero ha de aprender a reconocer las suyas propias. Hay muchos niños que tienden a confundir, por ejemplo, la tristeza con la rabia. Reaccionan ante la pena o el sentimiento de desconsuelo con una patada, con gritos o de un modo inadecuado.

Es en estos casos cuando mayor trabajo tenemos con ellos, de ahí la importancia que establezcan una separación entre la tristeza y la rabia, y los modos en que pueden canalizarla. Nunca obvies pues con ellos un “¿cómo te sientes? ¿Por qué crees que te sientes así? ¿Qué podrías hacer para sentirte mejor?

Llegada la adolescencia, si son capaces de hablar en voz alta de sus emociones, argumentarlas y gestionarlas, será mucho más fácil para ellos crecer en ese momento evolutivo donde se está asentando su autoconcepto.

4. Fomenta la asertividad y sus habilidades sociales

El niño debe ser capaz de poner en voz alta su opinión, sus necesidades y saber argumentarlas. Todo esto se consigue con un estilo de educación democrática, nunca autoritaria. Esto, como puedes ver, nos vuelve a realzar la necesidad de establecer siempre un diálogo abierto y constructivo.

Como padres debemos establecer normas y límites, también prohibiciones, pero arguméntalas con ellos para que comprendan la finalidad, para que sean partícipes y se sientan involucrados.

Si sienten que sus palabras siempre van a ser escuchadas, al igual que sus necesidades y pensamientos, confiarán más en sí mismos, se sentirán seguros, para hacer lo mismo por ejemplo, en el colegio y con sus amistades, evitando así verse dominados o controlados por los demás.

Debemos fomentar su autonomía para que se sientan capaces y seguros de sí mismos, viendo siempre dónde están los límites. Respetando a los demás y reconociendo las emociones propias y ajenas.

Todo ello les ayudará a crecer con optimismo, sintiéndose queridos para ser también felices el día de mañana. Educar es una tarea difícil, pero es una aventura que merece la pena.

Fuente: 
http://lamenteesmaravillosa.com/inteligencia-emocional-para-educar-ninos-felices

¿Cómo inculcar hábitos de estudio en los niños?

Te explicamos cómo y cuándo inculcar unos buenos hábitos de estudio en los niños, que permitirán a tu hijo optimizar su tiempo y esfuerzo, y contribuirán a que su rendimiento académico mejore progresivamente.

Cómo inculcar hábitos de estudio en los niños

Para la mayoría de las personas el factor determinante para tener éxito académico es el nivel de inteligencia que cada uno tiene. Si bien es cierto que no se puede negar que es un hecho muy importante, no podemos obviar uno más significativo aún: los hábitos de estudio.

Se considera hábitos de estudio el tiempo que dedicamos a estudiar y lo que el estudio comporta en sí; es decir, no se trata sólo del tiempo o el esfuerzo que destinemos al ejercicio de memorización, sino el que empleamos en desarrollar todo el trabajo previo y posterior (resúmenes, esquemas, lecturas…). Además de la variable tiempo, debemos controlar la calidad del trabajo que se realiza en ese tiempo, y el ambiente en el que se desarrolla.

¿A qué edad hay que inculcar hábitos de estudio en los niños?

Los hábitos de estudio son adecuados, e incluso necesarios, durante toda la vida académica de una persona, ya que la dificultad de las tareas se incrementa con el paso de los años, y es conveniente haber cimentado desde pequeños una buena ética de trabajo y de esfuerzo. Si nos paramos a pensar en los peques que empiezan el colegio con tres años, podemos plantearnos qué tienen que estudiar a esa edad para necesitar estos hábitos. Pues bien, puede que los colores, la grafía, los números o las vocales ya los conozcan y no requieran un trabajo extra fuera del aula, pero sigue siendo ideal que en casa se sienten todas las tardes con sus padres y repasen lo que han visto ese día en clase, que les dejen pintar libremente en un cuaderno o, mejor aún, que les lean un cuento.

El objetivo principal no es conseguir que adquieran muchos más conocimientos (en lo referente a los hábitos de estudio en esta edad eso es secundario), de lo que realmente se trata es de que desde pequeños entiendan que fuera del colegio hay que seguir haciendo cosas de clase, y que no hay dos mundos tan diferentes en donde en uno se estudia y en el otro no. A esta edad puede que aún no vayan a la escuela, pero aun así se les deben inculcar unos buenos hábitos de estudio, puesto que después en las aulas se aprecia la gran diferencia que existe entre los alumnos que llevan tiempo trabajando en sus casas y los que se introducen en el sistema educativo a los seis años sin ninguna preparación previa.

Estas diferencias son subsanables y, de hecho, se pueden asumir al inicio, pero requieren un trabajo mucho mayor para docentes y padres si se desea que estos niños no vayan por detrás de sus compañeros desde tan temprana edad. Por eso, acostumbrar a los pequeños a tener unos buenos hábitos de estudio permitirá que, aunque sufran un retraso académico, puedan ponerse más fácilmente al nivel de sus compañeros.

A medida que nuestros hijos van haciéndose mayores las exigencias educativas crecen progresivamente con ellos y, por tanto, tener unas pautas adecuadas de estudio cobra cada vez más importancia.

Fuente: 
http://www.webconsultas.com/bebes-y-ninos/educacion-infantil/como-inculcar-habitos-de-estudio-en-los-ninos-12394