lectura

Libros para niños desde los siete años...

Misterio y aventura son las mejores recomendaciones para los niños que están empezando a desarrollar el amor por la lectura.

 

Cuando los peces se fueron volando
Sara Bertrand
Tragaluz

Todos, en algún momento debemos enfrentarnos a la pérdida de un ser querido. En este texto, la escritora chilena Sara Bertrand retrata el duelo desde el punto de vista de un niño aun guiado por la inocencia, que pierde a distintas figuras importantes a lo largo de su infancia: a su padre, a su perra Rosita y a su hermano Andrés. La historia del narrador da vueltas alrededor de estos duelos.

Un libro de esos que bien vale la pena tener a mano para hablar de un tema que no siempre es fácil de abordar.

 

El desierto de los payasos 
Renee Segura y Jim Pluk
Animal Extinto

Esta es la historia del destierro del payaso Risitas de la República de Pueblín, la ciudad natal de los payasos, porque ya no es capaz de ser feliz. Pueblín es una ciudad donde solo existen los colores y la felicidad, y donde por ningún motivo se puede mencionar la muerte. Risitas recientemente perdió a su perro Pulguita y desde entonces no ha podido ser el mismo payaso feliz, por esto han decidido desterrarlo al desierto de la muerte. El cuento narra cómo Risitas logra volver a ser feliz a pesar de la muerte.

 

La niña calva

Jorge Franco Tragaluz
Este libro reúne todos los elementos de una trama de terror: el misterio, la oscuridad y el suspenso. Cuenta la historia de Benjamín, un niño que decide investigar los secretos que esconde una casa frente a la suya que creía abandonada. Tras descubrir que uno de sus habitantes es una niña, establece amistad con ella a pesar de que no se deja ver y él solo puede imaginarla a través de los dibujos que le entrega por la ranura de la puerta. La curiosidad de Benjamín por descubrir los secretos de la casa develará un escalofriante secreto.

 

Las horas finales del castillo de Monserrate

Albeiro Echavarría 
Penguin Random HouseEl cerro de Monserrate es el punto más alto de Bogotá y uno de los lugares turísticos más visitados. Todos los días, cientos de personas recorren la vieja iglesia sin saber que las montañas guardan un secreto en sus profundidades. Por cientos de años, 26 enanos inmortales han vivido en la oscuridad, cuidando las versiones originales de las letras del alfabeto. Pero un día, la guardiana de la letra A desaparece, creando un misterio que debe ser resuelto antes.
 

La pandilla salvaje y el río secreto
Boris Pfeiffer
Panamericana

El lobo Hamlet es líder de una pandilla de animales que busca incansablemente la libertad. En esta ocasión, la pandilla se encuentra escondida en una construcción subterránea abandonada, mientras construye un barco que les permita acercase cada vez más a esa anhelada libertad. Pero entre tanto, tendrán que esquivar varios problemas y jugarle unas cuantas bromas a los humanos. Este es el tercer libro de una serie que sigue las aventuras de este grupo de animales.

 

Fuente: 
http://www.revistaarcadia.com/impresa/libros/articulo/cuentos-infantiles-recomendados-para-filbo-2015/42100

Cómo animar a la lectura a tu hijo de Primaria

A todos los padres nos encanta que nuestros hijos lean porque sabemos que con los libros no solo se aprende, sino que además se pasa bien. En cambio unos niños devoran libros mientras otros no los quieren ni ver. ¿Por qué? ¿Qué podemos hacer los padres para que nuestros hijos y nuestras hijas disfruten leyendo?

Leer es una actividad fundamental para adquirir conocimientos. Los niños que leen bien obtienen mayores éxitos y mejores calificaciones en los estudios. Todos los maestros y profesores coinciden en que tener el hábito de leer es una condición necesaria para aprender con más facilidad. En las aulas nos encontramos con dos grupos de alumnos: aquellos que leen bien y les gusta leer y los que tienen dificultades para leer, no les gusta y, por lo tanto, leen muy poco o incluso nunca. Los padres de estos alumnos reacios a leer acostumbran a pedir ayuda: ¿Qué puedo hacer para que mi hijo lea más?

 

¿Por qué no leen nuestros hijos?

 

A menudo se oye que la causa principal por la que no leen los jóvenes de hoy en día es la televisión. Puede ser que este cine casero no ayude a promocionar la lectura, ya que es más pasivo que el libro, exige menos esfuerzo mental, es más atractivo para los pequeños, etc. No vamos a insistir aquí sobre los problemas que presenta este dispositivo para la lectura y el estudio, pero yo quiero apuntar dos reflexiones: Primero que ya Rousseau, en el siglo XVIII, calificaba la lectura como “el azote de la juventud“, lo que indica que, cuando no había televisión, leer también era una actividad poco atractiva para muchos jóvenes.

En segundo lugar que, a pesar de que siempre se dice que se lee poco, nunca se ha leído tanto como en estos momentos y, a veces, la televisión, aunque parezca mentira, usada racionalmente, puede ayudar a leer. Así, es frecuente que las series televisivas de más audiencia disparen la venta de los libros en los que se basa. Los seres humanos, y por lo tanto los jóvenes y los niños, cuando practicamos una actividad lo hacemos, entre otras, por dos razones: porque la vemos hacer a otros -imitación- y porque tenemos facilidad para realizarla. Como bien ha estudiado el psicólogo Bandura, la imitación de un buen modelo es una de las principales formas de aprendizaje humano. Por eso, cuando hablas con una persona que ha leído desde niño, normalmente dice que su padre, su madre, un abuelo… era un gran lector que, con su ejemplo y cariño, le enseñó a amar la lectura. El niño que no tiene un buen modelo tiene menos probabilidades de ser un entusiasta de la lectura. De la misma manera el que tiene dificultades para entender el lenguaje escrito -porque no tiene buena velocidad lectora, se equivoca al leer, no entiende lo que lee, etc.- tiene menos posibilidades de ser un buen lector. En mis largos años de experiencia nunca he visto a ningún niño que, no siendo un buen lector y leyendo con gran esfuerzo, le guste y quiera leer.

 

 

Qué podemos hacer para que lean

 

1.    Que nos vean leer. El ejemplo es, en educación, el argumento más convincente porque posibilita la imitación, animando al niño o la niña a hacer aquello que hace una persona que tiene prestigio para ella como es su padre o su madre. Además, si yo no leo, ¿cómo voy a decir a mi hijo que leer es muy divertido? ¡Si no me ve leer nunca! Como no es tonto me preguntará: “¿A tí no te gusta divertirte?” O pensará: “Dice eso para que lea, pero no es verdad, leer es aburridísimo”. Y no leerá.

2.    Leerle nosotros. Es una práctica fundamental, tal vez la más importante y eficaz. Sobretodo, con los niños que tienen dificultades para leer y les cuesta gran esfuerzo hacerlo, con repeticiones de palabras o de sílabas, sustituyendo unas letras por otras, que les impide entender el mensaje y comunicarse con el libro. Leer así es aburridísimo. Es como leer en un idioma que no comprendes, y no hay persona humana que pueda leer más de dos minutos en un lenguaje que no entiende. Pero al leerles nosotros, comprenden el mensaje, por lo que disfrutan con lo que oyen, están atentos y se dan cuenta de que en aquellas páginas hay historias divertidas que valen la pena. La lectura constante, gratis, como un regalo, sin pedir nada a cambio y con amor del adulto siempre despierta el interés y las ganas de leer a medio y largo plazo.

3.    Contarles cuentos e historias. Es otra actividad que encanta a los niños de estas edades, aumenta el vocabulario y desarrolla la imaginación además de incrementar los lazos afectivos entre padres e hijos. Contar cuentos no es fácil y a veces nos sentimos un poco torpes, pero se puede aprender con un poco de esfuerzo. Hay estupendos libros que dan muy buenas ideas y tienen cuentos tanto tradicionales como modernos…. y también dos excelentes artículos sobre este tema en Solohijos: El poder de los cuentos y Cómo contar cuentos.

4.    Leer con ellos. Cuando el tutor/a nos dice que a nuestro hijo le cuesta leer y debe “practicar” en casa, no lo hará si lo dejamos solo ante el libro en su habitación. En estos momentos necesita nuestra ayuda y nuestro apoyo para que ejercite durante 10 minutos cada día. Leer con ellos supone, por ejemplo, repartirnos la página, llegando a un pacto: “Yo leo el primer párrafo y tú el segundo, ¿vale?”. Leer con ellos requiere que nuestra actitud sea positiva, nunca crítica con sus errores, porque él se ha de sentir cómodo y, lo más importante, con ganas de leer al día siguiente otra vez. Si tiene dificultades para descifrar una palabra se le dice entera sin más, sin esperar a que él haga un gran esfuerzo de análisis que lo agote. Cuando lea una palabra por otra, por ejemplo, “camino” por “camión”, se le puede decir: “Es verdad, podría decir camino porque empieza igual y se parecen mucho, pero dice camión”, porque es importante justificar siempre sus errores que nunca son voluntarios. Y por último, una regla de oro: siempre un poco menos. Es mucho mejor hacer dos sesiones de cinco minutos que una de quince.

5.    Suscribirlos a revistas infantiles y juveniles. Pocas personas hay que al llegar a casa y pasar ante el buzón, no miren a ver si tienen algo para ellos. Recibir correspondencia a nombre de uno es agradable. Los niños lo ven y sienten un poquito de envidia de que las cartas sean siempre para sus mayores. Por eso, suscribirlos tanto en centros comerciales que les manden libretos de publicidad a su nombre, como a revistas como “Leo, leo”, que mensualmente les mandan un libro a su nombre les hace bastante ilusión y les anima a leer.

6.    Explicarles algún pasaje que nos parezca adecuado del libro que estamos leyendo nosotros. Animar a la lectura es mover la voluntad del niño hacia una actividad que se supone placentera y agradable. Por eso comunicarles y hacerles partícipes de nuestras satisfacciones es demostrarle que leer es divertido y apasionante.

7.    Respetar sus derechos como lector. Daniel Pennac, en su libro Como una novela, expone los diez derechos del lector, entre los que destacaría en estas edades el derecho a leer lo que le guste (aunque no sea de gran calidad literaria), el derecho a no terminar un libro (¿tú acabas una novela que te aburre?), el derecho a saltarse páginasa leer en voz alta y a callarnos (¿a tí te gusta que te pregunten qué has entendido del libro que estás leyendo?).

8.    Acompañarlos a las librerías a ver libros. Afortunadamente, cada vez hay más libros atractivos para los niños y más librerías especializadas para ellos o con secciones de literatura infantil y juvenil. Siempre respetando sus derechos conviene llevarlos de vez en cuando a ver libros, aunque no siempre compren. Tienen, como nosotros, el derecho a no comprar y nosotros la obligación de respetarlo. Pero es muy bueno que miren y desarrollen su curiosidad.

9.    Animarlos a escribir. Siempre que escribimos, necesariamente leemos. Por eso los niños que tienen dificultades para leer, si escriben a sus amigos en verano, confeccionan notas, hacen rótulos en su habitación, etc., están leyendo y desarrollando su capacidad para leer más deprisa y con menos esfuerzo.

 

Mover la voluntad de tu hijo hacia la lectura requiere, como todo en educación, que estas técnicas y otras que tú te puedes inventar, las apliques con sentido común y con amor. Sentido común para elegir el momento más adecuado para llevarlas a cabo, respetando sus derechos como lector, y amor para comprender sus intereses, y solidarizarse con sus dificultades.

Fuente: 
http://www.solohijos.com/web/como-animar-a-la-lectura-a-tu-hijo-de-primaria/

¿DIFICULTAD CON EL HABLA, Y LA LECTOESCRITURA? PUEDE TRATARSE DE UN CASO DE DISLEXIA

¿Qué es la dislexia?

El término dislexia se emplea para designar un síndrome o conjunto de causas determinado, que se manifiesta como una dificultad para la distinción y memorización de letras o grupos de letras, falta de orden y ritmo en la colocación, mala estructuración de frases, etc.; que se hace patente tanto en la lectura como en la escritura.

¿Qué es lo que origina la dislexia?

La dislexia es el efecto de múltiples causas, que pueden agruparse entre dos polos. De una parte los factores neurofisiológicos, por una maduración más lenta del sistema nervioso y de otra los conflictos psíquicos, provocados por las presiones y tensiones del ambiente en que se desenvuelve el niño.

Estos factores llevan a la formación de grupos de problemas fundamentales, que se encuentran en la mayor parte de los trastornos del disléxico, cuya gravedad e interdependencia es distinta en cada individuo.

Por lo tanto, la dislexia sería la manifestación de una serie de trastornos que en ocasiones pueden presentarse de un modo global, aunque es más frecuente que aparezcan algunos de ellos de forma aislada. Estos trastornos son:

Mala lateralización: La lateralidad es el proceso mediante el cual el niño va desarrollando la preferencia o dominancia de un lado de su cuerpo sobre el otro. Nos referimos a las manos y los pies. Si el predominio es del lado derecho, es un sujeto diestro; si es del lado izquierdo, se denomina zurdo; y si no se ha conseguido un dominio lateral en algunos de los lados, se llama ambidiestro.

En general, la lateralidad no está establecida antes de los 5 ó 6 años, aunque algunos niños ya manifiestan un predominio lateral desde muy corta edad.

Los niños que presentan alguna alteración en la evolución de su lateralidad, suelen llevar asociados trastornos de organización en la visión del espacio y del lenguaje que vienen a constituir el eje de la problemática del disléxico.

El mayor número de casos disléxicos se da en los niños que no tienen un predominio lateral definido La lateralidad influye en la motricidad, de tal modo que un niño con una lateralidad mal definida suele ser torpe a la hora de realizar trabajos manuales y sus trazos gráficos suelen ser descoordinados.

Alteraciones de la psicomotricidad: Es muy frecuente que los niños disléxicos, con o sin problemas de lateralidad, presenten alguna alteración en su psicomotricidad (relación entre las funciones motoras y psicológicas). Se trata de inmadurez psico-motriz, es decir, torpeza general de movimientos. En el niño disléxico estas anomalías no se dan aisladas, sino que acompañan al resto de los trastornos específicos como:

Falta de ritmo: Que se pone de manifiesto tanto en la realización de movimientos como en el lenguaje, con pausas mal colocadas, que se harán patentes en la lectura y en la escritura.

Falta de equilibrio: suelen presentar dificultades para mantener el equilibrio estático y dinámico. Por ejemplo, les cuesta mantenerse sobre un pie, saltar, montar en bicicleta, marchar sobre una línea, etc.

Conocimiento deficiente del esquema corporal. Muy unido a la determinación de la lateralidad y a la psicomotricidad está el conocimiento del esquema corporal y sobre todo la distinción de derecha-izquierda, referida al propio cuerpo. Así el niño diestro (normalmente escribe, come, etc. con la mano derecha) y el zurdo (escribe, come...con la izquierda) tienen su mano derecha e izquierda, respectivamente, como puntos de referencia fundamentales sobre los que basar su orientación espacial. El niño mal lateralizado, al poseer una imagen corporal deficiente, carece de los puntos de referencia precisos para su correcta orientación. El cuerpo sitúa al sujeto en el espacio y es a partir del cuerpo como se establecen todos los puntos de referencia por medio de los cuales se organiza toda actividad. 

Trastornos perceptivos: Toda la percepción espacial está cimentada sobre la estructura fundamental del conocimiento del cuerpo. Se sitúan los objetos teniendo en cuenta que la posición del espacio es relativa, una calle no tiene realmente ni derecha ni izquierda, dependiendo ésta de la posición donde esté situada la persona.

También el concepto que tenga de arriba-abajo, delante-detrás, referido a sí mismo, lo proyectará en su conocimiento de las relaciones espaciales en general.

Del mismo modo, en la lectura y la escritura, el niño tiene que fundamentarse en sus coordenadas arriba-abajo, derecha-izquierda, delante-detrás; y plasmarlas en la hoja de papel y en la dirección y forma de cada signo representado. El niño que no distinga bien arriba-abajo tendrá dificultades para diferenciar las letras.

Características del niño disléxico

Falta de atención. Debido al esfuerzo intelectual que tienen que realizar para superar sus dificultades perceptivas específicas, suelen presentar un alto grado de fatigabilidad. Por esta causa los aprendizajes de lectura y escritura le resultan áridos, sin interés, no encontrando en ellos ningún atractivo que reclame su atención.

Desinterés por el estudio. La falta de atención, unida a un medio familiar y escolar poco estimulantes, hacen que se desinteresen por las tareas escolares. Así, su rendimiento y calificaciones escolares son bajos.

Inadaptación personal. El niño disléxico, al no orientarse bien en el espacio y en el tiempo, se encuentra sin puntos de referencia o de apoyo, presentando en consecuencia inseguridad y falta de estabilidad en sus reacciones. Como mecanismo de compensación, tiene una excesiva confianza en sí mismo e incluso vanidad, que le lleva a defender sus opiniones a ultranza.

Manifestaciones escolares

La dislexia se manifiesta de una forma más concreta en el ámbito escolar, en las materias básicas de lectura y escritura. Según la edad del niño, la dislexia presenta unas características determinadas que se pueden agrupar en tres niveles de evolución. De modo que aunque el niño disléxico supere las dificultades de un nivel, se encuentra con las propias del siguiente. De esta forma, la reeducación hará que éstas aparezcan cada vez más atenuadas o que incluso lleguen a desaparecer con la rehabilitación. A continuación realizamos un análisis por rangos de edad.

Niños de edades comprendidas entre los 4 y los 6 años

Esta etapa coincide con la etapa preescolar. Los niños están iniciándose en la escritura y en la lectura, pero como no se ha producido la adquisición total de éstas, los trastornos que presenten serán una predisposición a la dislexia y se harán patentes en el próximo nivel o en edades más avanzadas.

Las alteraciones se manifiestan más bien en el área del lenguaje, dentro de éstas podemos destacar:

·         Supresión de fonemas, por ejemplo "bazo" por "brazo", o "e perro" por " el perrro".

·         Confusión de fonemas, por ejemplo "bile" por "dile".

·         Pobreza de vocabulario y de expresión junto con una comprensión verbal baja.

·         Inversiones, que pueden ser fonemas dentro de una sílaba, o de sílabas dentro de una palabra. Por ejemplo: "pardo" por "prado"y "cacheta" por "chaqueta".

·         Mala estructuración del conocimiento del esquema corporal.

·         Dificultad para distinguir colores, tamaños, formas...

·         Torpeza motriz con poca habilidad para los ejercicios manuales y para realizar la escritura.

Niños de edades comprendidas entre los 6 y los 9 años

En este periodo la lectura y la escritura ya deben estar adquiridas por el niño con un cierto dominio y agilidad. Es en esta etapa donde el niño disléxico se encuentra con más dificultades y pone más de manifiesto su trastorno.

Las manifestaciones más corrientes en este periodo son:

·         Confusiones sobre todo en aquellas letras que tienen una similitud En su forma y en su sonido, por ejemplo : "d" por "b"; "p" por "q"; "b" por "g"; "u" por "n"; "g" por "p"; "d" por "p".

·         Dificultad para aprender palabras nuevas.

·         Inversiones en el cambio de orden de las letras, por ejemplo "amam" por "mama"; "barzo" por "brazo"; "drala" por "ladra".

·         Omisión o supresión de letras, por ejemplo "árbo" por "árbol".

·         Sustitución de una palabra por otra que empieza por la misma sílaba o tiene sonido parecido, por ejemplo: "lagarto" por "letardo".

·         Falta de ritmo en la lectura, saltos de línea o repetición de la misma.

·         En la escritura sus alteraciones principales son en letras sueltas.

·         En una fase más avanzada, cuando escribe comienza a hacerlo por la derecha y termina la palabra o frase por la izquierda, y sólo es legible si leemos la cuartilla con un espejo, con la consiguiente alteración en la colocación de las líneas.

·         Mezcla de letras minúsculas y mayúsculas. 

Niños mayores de 9 años

·         En el lenguaje tienen dificultades para construir frases correctamente, y conjugar los tiempos de los verbos.

·         La comprensión y la expresión son bajas para su capacidad mental.

·         La lectura suele ser mecánica, lo que les hace tener poco gusto por la lectura, debido al esfuerzo del niño en centrarse en descifrar palabras, sin atender al significado de las mismas.

·         Presentan dificultades para manejar el diccionario.

·         En la escritura es frecuente el agarrotamiento y cansancio muscular. La caligrafía es irregular y poco elaborada.

La recuperación del niño disléxico

El diagnóstico y la prevención deben empezar lo antes posible, desde el momento en que se observen las primeras anomalías. De este modo se evitan muchos problemas de inadaptación escolar y personal. Aunque la intervención se haga tempranamente, no se eliminan por completo las alteraciones, sino que en la mayoría de los casos hay que ir saliendo al paso de las dificultades que se van presentando, por lo que es aconsejable continuar con una tratamiento de mantenimiento.

El plan de recuperación en edad escolar está centrado en el área del lenguaje y en la inmadurez perceptiva y manual. Las actividades abarcan los siguientes aspectos:

·         Ejercicios de actividad mental: de atención y memoria, organizar y ordenar elementos, observar y distinguir unos objetos de otros.

·         Ejercicios perceptivos y manuales: reconocer y agrupar objetos según el color, según el tamaño y la forma.

·         Ejercicios para la adquisición del conocimiento de su propio cuerpo.

·         Ejercicios de equilibrio estático: mantenerse sobre un pie, mantenerse de puntillas, etc.

·         Ejercicios de equilibrio dinámico: saltar sobre dos pies, saltar con un pie, etc

·         Ejercicios espaciales (abajo-arriba, delante-detrás, etc.)

·         Ejercicios de lenguaje: nombrar y definir objetos, dibujos, contar cuentos.

·         Ejercicios para conocer su propio cuerpo: señalar partes del cuerpo, decirlas por su nombre, etc.

·         Ejercicios de lectura y preescritura, son ejercicios que ayudan a seguir el movimiento y reconocimiento de las letras, en este nivel se ejercita el aprendizaje de las vocales, consonantes y de los números. Para conseguirlo, además de los ejercicios de caligrafía, se utilizan las actividades con plastilina, pintura de dedos, recortado de figuras, picado, etc.

Todos estos ejercicios de rehabilitación del disléxico deben aumentar su complejidad en función de la edad cronológica del niño, y estimular y adquirir aquellos aprendizajes en donde se haya quedado estancado.

 

Fuente: 
http://www.saludalia.com/pruebas-diagnosticas/que-es-la-dislexian