
Las manualidades ayudan al desarrollo cognitivo y motriz de los niños y a la comunicación familiar.
“Las manualidades son el mejor medio para estimular la motricidad fina, el lenguaje y el pensamiento”, explica Nina Millán, terapeuta ocupacional y consultora escolar en jardines y colegios de Bogotá. Por eso, si anda en búsqueda de planes para sus hijos en estos puentes festivos o días de vacaciones, no dude en incluirlas en sus itinerarios, pues sus beneficios son para toda la vida.
En la parte motora, se forja “fuerza, coordinación, control, disociación, tolerancia y discriminación en las manos; así mismo, en brazos y control postural en el tronco”, como explica Millán.
Y en la parte cognitiva también es efectiva: “Principalmente se desarrolla un sentido de logro con algo tangible, pues cosas como ‘pasar el año’ o sacar buenas notas no lo son tanto –dice Ana María Cardona, directora de la especialización en Psicología Educativa de la Universidad de La Sabana–. Por lo tanto, su autoestima también está involucrada, aprende a valorar el trabajo, el tiempo, lo artesanal, el autoconcepto y a materializar conceptos, palabras”.
En este proceso, el niño conocerá diversos materiales que seguramente ayudarán a explotar su imaginación y creatividad, como coinciden expertos. “Hay niños que llegan con miedo a las texturas, pero luego de un rato, mostrándoles paso a paso, tienen un derroche de creatividad increíble”, cuenta María Paula López, directora comercial del taller de manualidades Create & Mind.
Estimula la unión familiar
Compartir estos momentos con sus pequeños también es muy provechoso para su bienestar; no solo será una forma de mostrar su afecto y estimular la comunicación con ellos, sino que así tendrán un logro familiar, en conjunto. “Sacando tiempo y paciencia, es un espacio perfecto para resolver inquietudes, asesorarlos, mostrarles sinceridad frente a sus creaciones –con mucho amor, claro–, tener un trabajo en equipo y demostrarles que los papás no se las saben todas”, agrega Cardona.
Letra en 3D para el cuarto
1. Busque su letra
Elabore su letra en papel maché o cartón (de unos 30 cm de alto por 25 cm de ancho y 5 cm de grosor); diagrame la forma sobre papel cartulina estampada y recorte con unas tijeras o bisturí.
2. Pegue el papel
Una vez recortada la forma de la letra en la cartulina (se consigue en cuadernillos con diferentes estampados) aplique colbón en los bordes de las caras de la letra para pegarlas.
3. Pinte y recubra
En los bordes que dejan mostrando el papel maché o cartón, pinte con un acrílico metalizado. Luego revuelva en un recipiente un poco de agua y colbón de laminación y aplique con la ayuda de un pincel sobre los lados de cartulina para darles brillo.
4. Deje secar y decore
Tras dejar brillante las superficies y metalizados los costados, puede agregar algunos apliques dependiendo del gusto de su hijo o hija. Escarchas, cintillas, botones, adhesivos o tachuelas, entre otros detalles del ‘scrapbooking’ (álbum de decoración). Ahí es donde hay que dejar volar la imaginación. Pueden hacerse las letras que se quieran.
Sellos de fomi para tela
1. Dibuje el diseño y recorte
Plasme el motivo con un lápiz sobre una lámina de fomi y recórtela con la ayuda de unas tijeras o un bisturí. Aquí, unos peces y unas rodajas de limón. El secreto del diseño está en los contornos.
2. Pegue en madera
Con la ayuda de pegante multiusos, fije la forma de fomi en bloques de madera para darles un agarre. Deje secar para que no se caiga o se combine con la pintura.
3. Aplíquele pintura
Use un pincel mediano para pasar pintura de tela al diseño. La mayoría de estas pueden mezclarse para generar otros colores o tonos más claros.
4. Estampe y planche
Tras presionar las figuras sobre la tela, deje secar por completo. Coloque un paño limpio encima y plánchelo según las instrucciones del fabricante de la pintura.